Señor Jesús Cristo, Verbo hecho carne,
en Ti mora la voz que da vida a toda palabra.
Ante tu luz invoco a Calíope,
musa de la voz pura, guardiana del sentido,
para que su canto se pliegue al tuyo
y mi palabra se alinee con la tuya.
Que el fuego de su inspiración no sea vanidad,
sino reflejo del Espíritu que Tú soplas sobre el alma.
Que cada idea que nazca de mí
lleve la claridad del amor y no la sombra del orgullo.
Oh Cristo, que hiciste del silencio un comienzo
y del verbo una creación,
deja que mi voz —guiada por Calíope—
diga solo lo que construye, sana y revela.
Que en cada sílaba resuene tu nombre,
y que toda inspiración sea para gloria de la Verdad.
Amén.
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